Reynaldo Jiménez: Entrevistado (en Español)

Reynaldo, ¿cómo comenzó su interés por la literatura?

Durante la adolescencia. A través de las canciones, del cine, de los libros que había en mi casa. Fue un acercamiento gradual pero apasionado siempre. No está signado por hechos puntuales. Aunque también es cierto que tuve la suerte de contar con dos profesoras de literatura, en dos momentos de mi educación secundaria, que me estimularon a leer y escribir. De todos modos, más que la literatura en general, diría que mi pasión principal es la poesía. Afectando con ello expresiones en otros lenguajes además del verbal (principalmente música, artes visuales, cine).


¿En esos años de trabajo literario cuál fue la modificación que sufrió su estilo? ¿Su estilo cambió?

Me gustaría suponer que sí. Cada libro lo he vivido como una entonación (o varias, como son los casos de Las miniaturas, La curva del eco o Esteparia). Aunque creo que el estilo, de haberlo, y confesando que no está entre mis preocupaciones, no preexiste ni puede ser determinado con antelación. A menos que uno se vuelva lo que Bram Van Velde llamaba un “fabricante”. Veo la escritura poética como una puesta en página, como la “bajada” o materialización alfabética de una voz. Voz para la resonancia al interior de diferentes posibilidades de lectura cada vez, antes que estilo a la manera de una “marca”.


Hábleme un poco de su trabajo en los talleres poéticos. ¿Cómo se enseña a apreciar y a escribir poesia?

Supongo que te refieres a los talleres de lectura que con mucha intermitencia y entre otras actividades complementarias (o no) desde hace tiempo, coordino. A escribir poesía no sé enseñar (ni enseñar en general) pero sí creo que se puede abonar, desde el punto de vista de la ampliación de las referencias y apertura hacia nuevos influjos, para que sea apreciada. Me interesa estimular al lector que todo autor es en primera instancia. Aportarle “materiales de lectura”. Para lo cual trabajo con autores en lengua castellana o, en menor grado, portuguesa-de-Brasil, de la cual soy eventual traductor, y con la cual se guardan cercanías todavía inholladas desde este lado de las fronteras (mentales). Importa que los aspirantes a poetas conozcan, de la manera más dinámica posible, el acervo de las escrituras contemporáneas en el propio continente. Cosa de no estar “descubriendo América” a cada rato y poder partir desde los inagotables hallazgos de quienes nos preceden la tarea. En este sentido me dejo guiar por el haz de intuiciones que abre el célebre verso de Edgar Bayley: nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada.


Reynaldo ¿cómo Ud. construye los poemas? Borges decía que precisaba de una palabra. García Márquez comenzaba por una imagen. Algunos escritores escriben cuando una noticia del diario los impacta; otros parten de una idea. ¿Cuál es su punto de partida?

Todos esos métodos o disparadores y muchos más. Cada poema determina su propia forma, la cual resulta de una actitud proporcional. Es cierto que algunos están más “construidos” que otros, aunque siempre parto de algún elemento espontáneo. Sobre todo palabras que me rondan, que se desprenden de la vida diaria, de conversaciones o mera información circulante, entre ella por supuesto las propias lecturas. Por ejemplo el libro doble Ruido incidental/El té fue escrito en gran parte caminando, sin determinaciones temáticas previas e intentando una cierta unidad tonal, no necesariamente referencial. Las miniaturas surgió trabajando con libros de reproducciones y la contemplación de películas, también algunas cosas que leía en la prensa, como señales disparadoras de sus imágenes más bien inconscientes, las cuales engarzaba, como siempre, según una respiratoria. Otro libro, más breve, 600 puertas devino a partir de una voluntad de condensación verbal, con la aspiración a un cierto koan barroco, como a la pesca de una iluminación en claroscuro. La sección “Turning point” del libro Musgo tiene que ver con un viaje de pocos pero decisorios meses por el norte de la India, incluyendo una breve estadía en un ashram himaláyico, cerca de la frontera con Nepal, aun cuando sus desplazamientos imaginales expresen más una aprehensión intimista que un recorrido exteriorista. Plexo, por su parte, sería un intento de invención en lengua poética, algo así como un decir analógico que fue encontrando sus recursos a medida que los “inventaba”, sin repertorio previo dentro del propio camino. Etcétera. En cuanto a los libros de ensayo, trabajo ya sea a partir de la lectura de autores o vinculaciones temáticas que me preocupan e interesan, en el área intersticial entre una cierta entonación de escritura y una voluntad de reflexión conceptual, en pos del cruce entre una prosa de invención y cierto encantamiento más propio de la lírica.



¿Sobre la revista tsé-tsé que es editada desde 1995, cómo fue la evolución de esa publicación? 

Me he referido repetidas veces sobre esta experiencia, que además de la revista-libro tsé-tsé, incluyó unos 100 libros de poesía latinoamericana y hasta un festival internacional de poesía, y que duró entre 1995 y 2008. Esas referencias pueden rastrearse en otras entrevistas que me han hecho en la web. Fue una etapa intensísima, de gran lucha en relación a las incontables estrecheces y complejidades culturales del medio argentino, la cual no habría podido realizar sin el soporte práctico y afectivo de la pintora Gabriela Giusti, mi esposa e interlocutora, y asimismo de los muchos y variados participantes del proyecto, en especial el poeta y traductor Carlos Riccardo.


Ud. tiene varios libros publicados, ¿Cuál es el que le dió más alegría? ¿Y cuál de ellos el público elogia más?

Sí, debo haber publicado unos quince libros, entre los ensayos y la poesía, sin contar las traducciones y diversas antologías o libros de recopilación, amén de varias grabaciones (con músicos) que considero parte del mismo impulso. La alegría consistió siempre en poder escribirlos y consecuentemente publicarlos, aunque ninguno tuviera gran circulación (salvo, quizá, algunas antologías en las que se incluyeron segmentos de mi trabajo). Como todos han salido en distintos contextos y con tiradas típicas de las ediciones de poesía o alrededores, tengo la impresión de que todavía no se ha podido ver todo eso en perspectiva sino muy fragmentariamente. (¿Elogios del público: qué sería eso?)


Reynaldo, hable un poco de los proyectos que serán desenvueltos en 2016.

Espero terminar un ensayo, segundo de una serie en que intento repensar el surrealismo en nuestro continente, comenzada con El cóncavo. Imágenes irreductibles y superrealismos sudamericanos (publicado en 2012), por ahora titulado La difícil procura. Obrares, expedientes y américas del superreal. En cuanto a ediciones, es posible que finalmente se edite en España (vía Amargord-Portbou, que ya publicara Esteparia) un libro de poesía que está en espera desde hace unos años: Antemano, con un texto de acompañamiento de Eduardo Milán. Es probable que aparezca gracias a un nuevo sello de la ciudad de La Plata (Club Hem) otro inédito, escrito ya hace algunos años: Piezas del tonto. También otra editorial de Buenos Aires ha mostrado interés en reeditar Ruido incidental, cuya primera edición, si mal no recuerdo, es de 1990. Tengo otros libros inéditos a la espera de editores interesados. La escritura de poesía, mientras tanto, persiste sin prisa y sin pausa.



REYNALDO JIMÉNEZ: Nació en Lima en 1959. Reside en Buenos Aires desde 1963. Publicó Tatuajes (1980), Eléctrico y despojo (1984), Las miniaturas (1987), Ruido incidental/El té (1990), 600 puertas (1993), La curva del eco (1988; segunda edición, en Madrid, 2008), Musgo (en México, 2001), La indefensión (en Nueva York, 2001; segunda edición, 2010), Sangrado (2006), Plexo (en México, 2009) y Esteparia (en Madrid, 2012). Dos antologías breves de su poesía: Shakti (2005, selección, traducción al portugués y prólogo de Claudio Daniel, en São Paulo) y Ganga (2007).   Del portugués tradujo parcialmente (a veces en colaboración) la obra de varios poetas brasileños, entre ellos Régis Bonvicino, Josely Vianna Baptista, Arnaldo Antunes, Carlito Azevedo y Jussara Salazar; y en 2010 se publica su versión de Galaxias de Haroldo de Campos (en Montevideo, con edición de Roberto Echavarren y Silvia Guerra) y en 2011 una segunda edición por Libros Magenta (México). Ha participado en eventos performáticos, improvisaciones y ambientaciones sonoras, festivales y recitales de poesía, así como ha leído conferencias y coordinado talleres de poética y escritura en distintos enclaves de Argentina, Chile, Uruguay, Perú, Brasil, Paraguay, Costa Rica, Venezuela, México y Estados Unidos.

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