UN PARAGUERO
Un poeta en los tiempos que corren es similar
a un paragüero,
nadie sabe para qué sirve.
Podemos afirmar, sin riesgo a equívocos
que quien se dedica a la poesía es como un jubilado a los veinte años.
Un mueble añoso, con apariencia de mueble nuevo.
Ahora entiendo la enigmática metáfora
del Conde de Lautréamont,
cuando estableció que lo bello, la poesía,
era, “el encuentro fortuito, sobre una mesa de disección,
de una máquina de coser y un paraguas”.
PALABRAS COMO CÁRCELES
Algunos se construyen cárceles de aire.
Si dan un paso fuera, caen en el pozo de lo ignoto.
Se aburren, pero prefieren la comodidad de sus certezas,
a la extraña aventura de la incertidumbre.
Una vetusta patina cubre sus zapatos,
y usan capa dentro de la camisa almidonada.
Algunas palabras forman intrincadas alambradas
sobre la inocente página.
Fueron dichas por otros,
pero el ensimismado las recoge,
las hace suyas y las va instalando con mucha seriedad
y sapiencia donde alguna vez habito el asombro.
Como se vanaglorian de su encierro,
y son muy apreciados por las academias,
tienen asegurado el bronce y el aplauso.
COMO UN VIEJO BANDONEON
Un viejo bandoneón en el exilio
sueña la canción de aquel bar
donde ebrios juntábamos palabras
iluminadas por los ojos de ella.
Ella, que nos miraba con sus labios
de niña traviesa, pequeña diosa de la risa.
Su nombre,
María o Ana.
Manos de pajarera,
sembradora de orquídeas,
revoloteando entre un par de crepúsculos,
que terminaban de bruces en la mesa.
¿Quién cosecha hoy el alcohol de las ausencias?
¿Quizá el guarda de otro cielo donde el vacío
estrena sus barrotes de olvido?
María, Ana, tal vez Ofelia,
esconde la copa entre tus senos,
donde hoy las muchachas encubren un colibrí
que parece un teléfono.
Que no nos encuentren llenos de rocío,
es subversivo el día,
puede ser un poema repleto de rancios licores,
o de lluvia.
Y eso, puede ser el amor,
es peligroso para los burócratas
y agentes del orden.
Omar Ortiz Forero. Bogotá, 1950. Edita y dirige desde 1987 la revista de poesía “Luna Nueva” que completa 42 ediciones y 29 años de vida. Ha publicado por lo menos 13 libros de poesía de los cuales destacamos: “Las muchachas del circo”, “Diez regiones”, “Un jardín para Milena”, “El libro de las cosas”, (Premio Nacional de Poesía Universidad de Antioquia, 1995) “La luna en el espejo”, “Diario de los seres anónimos”, “Cequiagrande” y la primera edición en España del “Diario de los seres anónimos” que, ampliada y corregida, acaba de ser publicada en la península por la editorial “La Mirada Malva”. Se desempeña como director cultural de la Universidad Central del Valle en Tuluá, donde también dirige la Colección Editorial “CantaRana”.
Un poeta en los tiempos que corren es similar
a un paragüero,
nadie sabe para qué sirve.
Podemos afirmar, sin riesgo a equívocos
que quien se dedica a la poesía es como un jubilado a los veinte años.
Un mueble añoso, con apariencia de mueble nuevo.
Ahora entiendo la enigmática metáfora
del Conde de Lautréamont,
cuando estableció que lo bello, la poesía,
era, “el encuentro fortuito, sobre una mesa de disección,
de una máquina de coser y un paraguas”.
Fotografia de Isabel Furini |
PALABRAS COMO CÁRCELES
Algunos se construyen cárceles de aire.
Si dan un paso fuera, caen en el pozo de lo ignoto.
Se aburren, pero prefieren la comodidad de sus certezas,
a la extraña aventura de la incertidumbre.
Una vetusta patina cubre sus zapatos,
y usan capa dentro de la camisa almidonada.
Algunas palabras forman intrincadas alambradas
sobre la inocente página.
Fueron dichas por otros,
pero el ensimismado las recoge,
las hace suyas y las va instalando con mucha seriedad
y sapiencia donde alguna vez habito el asombro.
Como se vanaglorian de su encierro,
y son muy apreciados por las academias,
tienen asegurado el bronce y el aplauso.
COMO UN VIEJO BANDONEON
Un viejo bandoneón en el exilio
sueña la canción de aquel bar
donde ebrios juntábamos palabras
iluminadas por los ojos de ella.
Ella, que nos miraba con sus labios
de niña traviesa, pequeña diosa de la risa.
Su nombre,
María o Ana.
Manos de pajarera,
sembradora de orquídeas,
revoloteando entre un par de crepúsculos,
que terminaban de bruces en la mesa.
¿Quién cosecha hoy el alcohol de las ausencias?
¿Quizá el guarda de otro cielo donde el vacío
estrena sus barrotes de olvido?
María, Ana, tal vez Ofelia,
esconde la copa entre tus senos,
donde hoy las muchachas encubren un colibrí
que parece un teléfono.
Que no nos encuentren llenos de rocío,
es subversivo el día,
puede ser un poema repleto de rancios licores,
o de lluvia.
Y eso, puede ser el amor,
es peligroso para los burócratas
y agentes del orden.
Omar Ortiz Forero. Bogotá, 1950. Edita y dirige desde 1987 la revista de poesía “Luna Nueva” que completa 42 ediciones y 29 años de vida. Ha publicado por lo menos 13 libros de poesía de los cuales destacamos: “Las muchachas del circo”, “Diez regiones”, “Un jardín para Milena”, “El libro de las cosas”, (Premio Nacional de Poesía Universidad de Antioquia, 1995) “La luna en el espejo”, “Diario de los seres anónimos”, “Cequiagrande” y la primera edición en España del “Diario de los seres anónimos” que, ampliada y corregida, acaba de ser publicada en la península por la editorial “La Mirada Malva”. Se desempeña como director cultural de la Universidad Central del Valle en Tuluá, donde también dirige la Colección Editorial “CantaRana”.
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