PARTICIPANTES DEL “TALLER ITINERANTE” DE SONIA ANDREA MAZZA
Es Él
De repente se hizo conocido,
muy de a poco,
con paciencia.
Con su forma viril, decidida,
siempre alegre,
hasta los niveles más elevados,
entusiasta como ninguno.
Lleva en sí mismo,
toda la fuerza ancestral
que los dioses dicen
haberle otorgado.
En su vaina robusta,
encierra la nutriente
que simboliza la dulzura,
el compartir, el incluir.
Por estas mismas condiciones
se hace presente en toda fiesta,
siendo recordado en la niñez
como el mejor invitado.
Es morocho
y lo llaman Chocolate.
María Esther Mirón
Bs As, Argentina
Arte digital de Isabel Furini |
¿Cuál chocolate?
Cierro mis ojos,
los cierro apenas
y te descubro dulce,
muy dulce cúal chocolate
así mi corazón late,
suave, intenso, tibio
y te siento mío,
tierno entre mis labios
y te elijo te elijo de nuevo
aún con sabor amargo, escurridizo
y quebradizo
te saboreo fuerte, lento,
intenso,
eterno.
Gabriela Pérez Moncada.
Salsipuedes, Córdoba, Argentina
*
Curiosa comparación
Su existencia tiene tantos significados
que dependiendo su estado,
dulzura, textura y encanto,
es posible que podamos relacionarlo
con momentos inolvidables:
Dulce como el amor,
Amargo como las despedidas,
a veces, agridulce como el divorcio,
caliente como los abrazos,
frio como las mañanas en agosto,
sólido como mis pies acalambrados
líquido como el agua de la lluvia.
Tantas formas y sabores,
de tal manera que nos cansaremos con esto.
Al igual que nosotros,
tiene fecha de vencimiento,
y mientras más pasa,
nos vamos consumiendo.
Que rico resultó ser…
Jean Paul Balboa
*
Sabe a vida...
Nacemos, gritamos, gemimos…
Mundo de sensaciones....
Cual vibraciones primarias,
sentimientos que han de ser puente con lo ajeno y frío.
Buscamos volver al paraíso perdido:
Instintos, aromas, sabores, pechos tibios, brazos que anidan...
Crecemos. El mundo se amplía.
Aparecen sinsabores, escollos, placeres y tibiezas que calan en lo profundo....
Un día cualquiera, un sabor diferente (pero viejamente conocido)
de la mano de algún amor, nos devuelve, cual memoria ancestral,
a aquel paraíso perdido y ahora encontrado.
Tibieza que se derrite,
bendita comunión que se hace una con nuestro íntimo ser,
llenándolo de placer, deleite, aroma y sabor.
Aroma a existir.
Sabor a Chocolate.
Vida en aprendizaje constante.
*Chocolate, existir y Vida....
¡Cuánto aún para aprender y crecer todavía!*
Silvina Alejandra Barrios
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