Araceli Otamendi: Halloween (Cuento en Castellano)

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Halloween (Noche de brujas)

Era la tarde víspera de Halloween o Noche de brujas. Se festejaba el cumpleaños de una amiguita de uno de mis hijos. La consigna de la fiesta era vestir con un disfraz alusivo a Halloween. La nena que cumplía años era nueva en la escuela y la mamá quería que se integrara bien al grupo, así que invitó a todos los compañeros a la fiesta. Ya se estilaba y era de mal gusto no invitar a todos, pero ella insistió mucho en que no falláramos en llevar a nuestros hijos. Llevé a mi hijo al cumpleaños, era en la casa de los abuelos de la nena, y como era lejos decidí esperar en un bar para ir a buscarlo, porque era demasiado el viaje entre ir y venir.

Como yo, otras madres hicieron lo mismo, así que nos reunimos en un bar, cerca de la casa del festejo, para hacer tiempo y de paso conversar.

A algunas madres ya las conocía, otras se conocían desde hacía muchos años, dependía de la cantidad de hijos que cada una tuviera y de los años que se hubieran pasado buscando chicos en los cumpleaños, en las casas, o llevándolos y trayéndolos de la escuela.

Una de ellas era abogada, había varias en el grupo, era muy simpática y empezó a relatar cómo había conocido al marido. "Teníamos los dos treinta años, nos conocimos en una fiesta, el noviazgo duró tres meses, después nos casamos" dijo.

- ¡Qué rápido! - exclamó otra de las madres.

- Sí, todo fue muy rápido. Yo tenía treinta años y parecía de dieciseis. Se lo dije a él y él se rió. Era cierto. Se había encontrado con una chica de dieciseis años en una mujer de treinta. Nos enamoramos, nos casamos, lástima que duró tan poco...

- ¿Se separaron?

- No, él se murió. Soy viuda.

- ¿No te volviste a casar?

- No , contestó. No sería lo mismo. El gordo fue único, no se repetirá.

- ¿Y vos? preguntó ella a otra de las madres.

- Yo soy reincidente, me casé y me separé varias veces.

- Bueno, dijo riéndose la viuda, yo soy abogada, chicas, asuntos de familia, divorcios, así que ya saben...

- No, por ahora, yo no pienso cambiar de estado - dijo otra.

- ¿Cuál es tu estado?

- Separada, y estoy estudiando y además trabajo.

-¿Qué estudiás?

- Abogacía.

- Ah, vamos a ser colegas.

- Sí, espero recibirme pronto. Por ahora no tengo tiempo de salir con nadie, entre el trabajo, el nene y la facultad.

- ¿Ninguna está aburrida? - se me ocurrió preguntar

- ¿De qué? No hay tiempo de aburrirse. Estoy todo el día en el estudio, trabajando. LLego a casa y tengo que atender a mi hija, ¿cómo me puedo aburrir?

-¿Cómo lo estarán pasando los chicos? - preguntó una de las madres

- Pienso que ellos bien...- dijo otra

- ¿Por qué decís ellos? - pregunté

- ¿No viste la cara de la abuela cuando vio llegar a tantos chicos?

- Ví una mujer de aspecto serio- contesté.

- Sí, sí, por eso...

- Menos mal que la casa es grande...

Después una de las madres empezó a contar anécdotas de los chicos y tomamos más café. Poco a poco las luces de la calle empezaron a encenderse. Faltaba poco para que se terminara la fiesta.

Fuimos caminando hasta la casa, era una noche espléndida y a medida que nos acercábamos a la casa se escuchaban más cerca los gritos de los chicos desde la calle. Toqué el timbre de la casa y abrió la puerta la mamá de la nena. Le había cambiado el semblante, parecía muy cansada. Uno de los chicos pasó corriendo, vestido con una capa negra. Lo seguía otro también vestido con una capa negra y un sombrero. La casa tenía un jardín enorme y estaba adornada con calabazas de Halloween. Había vasos de plástico, servilletas y adornos tirados en el piso, aplastados, como si hubiera habido una batalla campal. Enseguida apareció la abuela de la nena que cumplía años a saludar, parecía aliviada al vernos llegar. Mi hijo me sorprendió desde atrás con una máscara. Había varias nenas con sombreros de bruja, en punta. Faltaban las sorpresas, los caramelos y no sé qué más. La madre de la nena nos dijo que sería la última vez que el cumpleaños se iba a festejar en esa casa. No es la casa de mis padres, aclaró, sino de mis suegros. y han hecho un desastre.

Otro de los chicos saltaba sobre una silla mientras empuñaba una espada de plástico. Le dije a mi hijo que nos fuéramos enseguida, que ya era tarde. Estaba transpirado, cansado y alegre, todo al mismo tiempo. Tenía una pequeña calabaza de plástico en la mano, como recuerdo.

En el cielo había nubes y mientras íbamos caminando mi hijo me preguntó:

- Esta noche es Noche de brujas ¿no, mamá?

- Sí, querido, esta noche es Noche de brujas.

©Araceli Otamendi

Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Halloween (Noche de brujas) pertenece a la serie de cuentos Tardes de madres de la autora

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Araceli Otamendi (Quilmes, Provincia de Buenos Aires) vive en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires desde los 9 años. Graduada en la carrera de Análisis de Sistemas (Universidad Tecnológica Nacional – Fac. Regional Buenos Aires). Cursó estudios de literatura principalmente en el taller de Mirta Arlt. Es escritora y periodista, dirige desde hace veintidós años las revistas digitales de cultura Archivos del Sur y Barco de papel.

Publicó las novelas policiales Pájaros debajo de la piel y cerveza – Premio Fundación El Libro a escritores noveles 1994 y Extraños en la noche de Iemanjá. En 2000 su antología de escritores hispanoamericanos Imágenes de New York fue presentada en el Centro Rey Juan Carlos I de NYU, New York.

Es traductora, tradujo a varias escritoras y escritores brasileños. Publica habitualmente en revistas y suplementos literarios de Argentina y de otros países.

Es miembro correspondiente de la Academia Gloriense de Letras (Brasil), silla Silvina Ocampo.


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