Nuestra entrevistada es Vanesa Pérez-Sauquillo, poetisa española licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid, donde también estudió Literatura francesa. Sus versos son trabajados como pequeñas joyas y se caracterizan por sensibilidad y originalidad. Vanesa huye del lugar común. Ella tiene dominio de las palabras y se expresa en versos con fuerza y elegancia, llamando la atención de lectores y críticos. Su obra es aplaudida en España y en Hispanoamérica. Entre sus trabajos premiados podemos citar Climax Road (Accésit del Premio Adonáis y Premio Ojo Crítico de Radio Nacional, 2012), Bajo la lluvia equivocada (Premio Arte Joven de la Comunidad de Madrid, Hiperión, 2006), Vocación de rabia (Accésit del Premio Federico García Lorca de la Universidad de Granada, 2002) y Estrellas por la alfombra (Premio Antonio Carvajal, Hiperión, 2001).
¿Podría hablar un poco de su primer libro? ¿Qué representó para usted esa publicación?
Mi primer libro (Estrellas por la alfombra) lo escribí entre los 18 y los 21 años. Refleja los primeros viajes, el primer amor, el descubrimiento de la soledad y la nostalgia durante el año que viví en París… El título hace referencia a un poema breve del libro:
La pena negra
Se le rompió el caleidoscopio
que le regalaste.
Hay todavía un portal
en París
que tiene estrellas por la alfombra.
Esas estrellas acabaron siendo símbolo de la poesía para mí. La poesía que no está en mundos lejanos, sino que se integra en nuestra vida, pasa a formar parte de nuestro universo cotidiano.
Publicar ese primer libro en la editorial Hiperión fue una toma de conciencia fuerte del camino que había elegido, porque con Hiperión comenzaron las reseñas, las entrevistas, las invitaciones a congresos y universidades…
Lo público entró en el espacio de lo íntimo, y eso también supuso una revolución interior, que primero me bloqueó y después me impulsó a incorporar en los poemas aspectos de otros géneros (diferentes personajes de ficción en los que poder dividirme…)
¿Su familia tuvo influencia en su camino literario?
Sí, desde mi infancia viví en casa una relación muy cercana y entusiasta con los libros. Mis padres, que con un grupo de amigos crearon una revista cultural en Cartagena y una editorial, me enseñaron entre otras cosas que escribir y publicar libros era una posibilidad real. Siempre me animaron a seguir en este camino, incluso cuando tomé decisiones arriesgadas como la de dejar el trabajo (en plena crisis económica) para dedicarme a la escritura.
¿Se ha sorprendido a veces al releer sus primeros poemas?
Sí, la verdad. El primer libro es algo de lo que la mayoría de los autores renegamos más adelante. Yo he pasado unos cuantos años sin querer saber nada de él, pero ahora, al releerlo para la antología El sueño intacto (que recoge poemas de todas mis obras), me han sorprendido positivamente muchos de sus textos.
¿Cómo es su proceso creativo? ¿Cómo nace el poema en su mente?
El estado poético me llega por épocas, que yo llamo de “verticalidad”. Durante ese período (que vivo cada dos, tres o cinco años y dura varios meses) me siento bastante torpe ante las obligaciones prácticas, ajena al mundo de las “cosas”. Es difícil compaginarlo, pero en esos momentos de plenitud creadora en los que el poema fluye como si fuera algo externo a mí, soy consciente de estar viviendo algo extraordinario y acojo el momento y sus contradicciones con alegría y gratitud.
¿Qué ha sido más inspirador en sus obras: la alegría, el amor, la tristeza?
Creo que, en todos mis libros (desde el primero hasta el último, para adultos o para niños, en prosa o en verso), no he hecho más que hablar de amor, en sus diferentes manifestaciones. Amor y deseo, desamor, el amor que nos hace mejores y nos construye, el que nos destruye…
¿Considera que la poesía libera las emociones? ¿Para usted la poesía es una forma de catarsis?
La poesía, a lo largo de mi vida, ha sido una forma de aprender el mundo, de inventar otros, a veces una evasión, una tabla de salvación… Hay poemas que he escrito por los que he pagado un precio muy alto. Poemas que, al recitarlos durante años, me han impedido superar ciertas emociones. Pero en general, la escritura siempre me ha resultado liberadora. Rompe las cadenas de nuestro presente.
¿Cuáles son los poetas que influenciaron su obra?
Soy filóloga, y he tenido una formación bastante amplia en ese sentido. Cuando empecé a publicar, algunos de mis escritores favoritos eran San Juan de la Cruz, Lorca y la generación del 27, Alejandra Pizarnik y Julio Cortázar. Entonces empecé a leer a poetas contemporáneos (como Juan Carlos Mestre, Fernando Beltrán…), y grandes poetas vivos que no se estudiaban en la universidad (Szymborska, Carlos Edmundo de Ory, Gonzalo Rojas, Christian Bobin…). Unos no tienen nada que ver con otros. Por eso, no sé hasta qué punto puedo decir que me “influenciaron”. A la hora de escribir nunca he intentado hacerlo “a la manera de” otro poeta, al menos conscientemente. He seguido el impulso y los dictados de mi voz. Si necesitaba “un momento Paul Celan”, leía a Paul Celan, no intentaba escribir como él.
Hablemos un poco de la crítica, en este momento en el cual se habla tanto de Fake News con la intención de desprestigiar el periodismo. ¿Cómo fue o como es su relación con los críticos literarios?
No he escrito nunca pensando en los críticos, la verdad, pero no puedo quejarme. Tengo reconocimiento y hasta ahora las reseñas que han recibido mis libros han sido siempre buenas.
Por favor, hable sobre sus proyectos literarios para 2018.
Este año abre para mí con varias publicaciones de Literatura Infantil y Juvenil: un nuevo libro para los más pequeños dentro de la colección Grandes Pasitos (Ed. Beascoa/Random House); una novela infantil situada en Venecia que mezcla fantasía e historia de la literatura: El caballo de Lord Byron (Ed. Siruela. Colección Las tres edades) y varios cuentos en verso que publicará Santillana en libros de texto.
Además, presentaré dos libros que salieron a finales de 2017: mi antología de poesía El sueño intacto. Antología 2001-2017 (Ed. Ars Poetica), y el álbum Deseos de nunca acabar, ilustrado por Fernando Vicente.
En otoño saldrá mi último libro de poesía en la editorial Calambur. Aunque lo escribí en 2012, todavía no sé cómo se va a llamar. Condensar todo un libro en un título siempre me ha parecido una de las partes más difíciles del proceso de creación...
Entrevista realizada por Isabel Furini
Vanesa Pérez-Sauquillo en la fotografía y edición © de Paul Gladis |
¿Podría hablar un poco de su primer libro? ¿Qué representó para usted esa publicación?
Mi primer libro (Estrellas por la alfombra) lo escribí entre los 18 y los 21 años. Refleja los primeros viajes, el primer amor, el descubrimiento de la soledad y la nostalgia durante el año que viví en París… El título hace referencia a un poema breve del libro:
La pena negra
Se le rompió el caleidoscopio
que le regalaste.
Hay todavía un portal
en París
que tiene estrellas por la alfombra.
Esas estrellas acabaron siendo símbolo de la poesía para mí. La poesía que no está en mundos lejanos, sino que se integra en nuestra vida, pasa a formar parte de nuestro universo cotidiano.
Publicar ese primer libro en la editorial Hiperión fue una toma de conciencia fuerte del camino que había elegido, porque con Hiperión comenzaron las reseñas, las entrevistas, las invitaciones a congresos y universidades…
Lo público entró en el espacio de lo íntimo, y eso también supuso una revolución interior, que primero me bloqueó y después me impulsó a incorporar en los poemas aspectos de otros géneros (diferentes personajes de ficción en los que poder dividirme…)
¿Su familia tuvo influencia en su camino literario?
Sí, desde mi infancia viví en casa una relación muy cercana y entusiasta con los libros. Mis padres, que con un grupo de amigos crearon una revista cultural en Cartagena y una editorial, me enseñaron entre otras cosas que escribir y publicar libros era una posibilidad real. Siempre me animaron a seguir en este camino, incluso cuando tomé decisiones arriesgadas como la de dejar el trabajo (en plena crisis económica) para dedicarme a la escritura.
¿Se ha sorprendido a veces al releer sus primeros poemas?
Sí, la verdad. El primer libro es algo de lo que la mayoría de los autores renegamos más adelante. Yo he pasado unos cuantos años sin querer saber nada de él, pero ahora, al releerlo para la antología El sueño intacto (que recoge poemas de todas mis obras), me han sorprendido positivamente muchos de sus textos.
¿Cómo es su proceso creativo? ¿Cómo nace el poema en su mente?
El estado poético me llega por épocas, que yo llamo de “verticalidad”. Durante ese período (que vivo cada dos, tres o cinco años y dura varios meses) me siento bastante torpe ante las obligaciones prácticas, ajena al mundo de las “cosas”. Es difícil compaginarlo, pero en esos momentos de plenitud creadora en los que el poema fluye como si fuera algo externo a mí, soy consciente de estar viviendo algo extraordinario y acojo el momento y sus contradicciones con alegría y gratitud.
¿Qué ha sido más inspirador en sus obras: la alegría, el amor, la tristeza?
Creo que, en todos mis libros (desde el primero hasta el último, para adultos o para niños, en prosa o en verso), no he hecho más que hablar de amor, en sus diferentes manifestaciones. Amor y deseo, desamor, el amor que nos hace mejores y nos construye, el que nos destruye…
¿Considera que la poesía libera las emociones? ¿Para usted la poesía es una forma de catarsis?
La poesía, a lo largo de mi vida, ha sido una forma de aprender el mundo, de inventar otros, a veces una evasión, una tabla de salvación… Hay poemas que he escrito por los que he pagado un precio muy alto. Poemas que, al recitarlos durante años, me han impedido superar ciertas emociones. Pero en general, la escritura siempre me ha resultado liberadora. Rompe las cadenas de nuestro presente.
¿Cuáles son los poetas que influenciaron su obra?
Soy filóloga, y he tenido una formación bastante amplia en ese sentido. Cuando empecé a publicar, algunos de mis escritores favoritos eran San Juan de la Cruz, Lorca y la generación del 27, Alejandra Pizarnik y Julio Cortázar. Entonces empecé a leer a poetas contemporáneos (como Juan Carlos Mestre, Fernando Beltrán…), y grandes poetas vivos que no se estudiaban en la universidad (Szymborska, Carlos Edmundo de Ory, Gonzalo Rojas, Christian Bobin…). Unos no tienen nada que ver con otros. Por eso, no sé hasta qué punto puedo decir que me “influenciaron”. A la hora de escribir nunca he intentado hacerlo “a la manera de” otro poeta, al menos conscientemente. He seguido el impulso y los dictados de mi voz. Si necesitaba “un momento Paul Celan”, leía a Paul Celan, no intentaba escribir como él.
Hablemos un poco de la crítica, en este momento en el cual se habla tanto de Fake News con la intención de desprestigiar el periodismo. ¿Cómo fue o como es su relación con los críticos literarios?
No he escrito nunca pensando en los críticos, la verdad, pero no puedo quejarme. Tengo reconocimiento y hasta ahora las reseñas que han recibido mis libros han sido siempre buenas.
Por favor, hable sobre sus proyectos literarios para 2018.
Este año abre para mí con varias publicaciones de Literatura Infantil y Juvenil: un nuevo libro para los más pequeños dentro de la colección Grandes Pasitos (Ed. Beascoa/Random House); una novela infantil situada en Venecia que mezcla fantasía e historia de la literatura: El caballo de Lord Byron (Ed. Siruela. Colección Las tres edades) y varios cuentos en verso que publicará Santillana en libros de texto.
Además, presentaré dos libros que salieron a finales de 2017: mi antología de poesía El sueño intacto. Antología 2001-2017 (Ed. Ars Poetica), y el álbum Deseos de nunca acabar, ilustrado por Fernando Vicente.
En otoño saldrá mi último libro de poesía en la editorial Calambur. Aunque lo escribí en 2012, todavía no sé cómo se va a llamar. Condensar todo un libro en un título siempre me ha parecido una de las partes más difíciles del proceso de creación...
Entrevista realizada por Isabel Furini
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